miércoles, 22 de agosto de 2012

Por qué reconsideré a la Autopista Urbana y a la Supervía

Por Victor Hernández

No pocos se le fueron a la yugular a Andrés Manuel López Obrador por la construcción de los segundos pisos del Periférico. Que si había opacidad en su costo (falso, todos los datos están disponibles en internet) fue la queja más recurrente. La segunda queja más recurrente fue que sólo beneficiaban a los que más dinero tenían; los dueños de automóviles (falso también: por los segundos pisos transitan taxis).

Por contraste, hasta los panistas han chuleado al Metrobús -y Peña Nieto se lo copió mal- cuya línea 1 se construyó en la adminstración de AMLO. Marcelo Ebrard construyó otras 3 líneas del Metrobús y Miguel Ángel Mancera tiene planeado hacer otras 4.

Digo esto para que se entienda lo que viene, ya que me parece que como izquierda es importante considerar opciones que no habíamos considerado antes sobre las obras viales en la Ciudad de México si queremos defender el proyecto de izquierda que ha hecho al DF la mejor ciudad de la República Mexicana. Mire usted:

Admito que si antier me hubieran preguntado, hubiera dicho que lo único que le critico a Marcelo Ebrard es la Supervía Poniente y el proyecto de la Autopista Urbana Sur por ser vialidades de cuota asignadas a empresas privadas para su construcción.

Como izquierdista, la idea de una vialidad de cuota para beneficio de una empresa privada simplemente, a primera vista, no me gustaba. Pienso que mucha gente en la izquierda pensaba igual y por eso veían con malos ojos a Ebrard en ese tema.

Pero ayer que se inauguró la Autopista Urbana Sur me puse a pensarlo de otra manera.

Leyendo las notas de prensa al respecto me di cuenta de lo siguiente:

1. Sí, la vialidad es de paga, pero porque al GDF -y por ende a los contribuyentes- no les costó hacerla. La pagó la empresa privada que la hizo.

2. Eso quiere decir que los que pagarán por la Autopista Urbana serán los usuarios de automóviles que quieran usarla.

3. El transporte público que pase por la Autopista Urbana, como RTP, no pagará la cuota. Es decir, al cobrar a los automovilistas por usarla, pero no a quienes usen transporte público, se le da un incentivo a la gente para abandonar la cultura del auto y migrar a la cultura del transporte público, lo cual no sólo democratiza al transporte en el DF, sino que abona a la cultura ambientalista.

4. No se podrá decir, por lo tanto, que la obra fue sólo para beneficio de los que más dinero tienen, ya que los usuarios del democrático transporte público resultan mucho más beneficiados al no tener que pagar ni con sus impuestos por una obra vial.

5. (Se podría argumentar que no es justo que los automovilistas paguen por los que usan transporte público y que todos deberían pagar parejo, pero, bueno, los que no tienen auto también pagaron por los segundos pisos, resultando en un menor costo en impuestos para los automovilistas.)

6. Otro detalle: Parte de lo que se busca con la Autopista Sur, aparte de incentivar el transporte público, es incentivar el uso de transporte alternativo, como el transporte eléctrico y la bicicleta. ¿No es eso a lo que debería aspirar una ciudad de izquierda? ¿No es eso lo que exigen los ambientalistas?

Pero como dije, confieso que yo no veía las cosas desde ese punto de vista y lo empecé a hacer desde ayer.

De esa manera, para mi las obras viales como la Autopista Sur y la Supervía finalmente tuvieron sentido.

Y es que un servidor es asiduo usario del transporte público en la Ciudad de México, el cual, con todos sus defectos, me parece mucho muy superior al sistema de transporte público de Estados Unidos.

Lo digo porque durante los años que fui a la universidad en San Diego California por medio del transporte público, me parecía terriblemente mal planeado. Un viaje de 30 minutos podía tomar hasta 2 horas y media o más. El transborde era fatal y encima de eso era caro. Vaya, fue un alivio cuando finalmente compré un auto en San Diego para no tener que usar transporte público.

Y ni les platico del transporte público en Mexicali, donde lo usé para ir a la escuela cuando chamaco, porque es también una desgracia.

En cambio, nunca he tenido problemas con el Metrobús en la Ciudad de México. Salvo las veces en las que se satura por algún evento cerca de las estaciones, o por una inundación del Metro, el Metrobús es rápido y eficiente. Gracias al transporte público en el DF no extraño manejar ni me dan ganas (y la verdad, ni quiero).

¿Cómo me voy a quejar entonces, como izquierdista, de una obra que incentiva el uso del transporte público -el cual, como dije, me parece democrático- simplemente porque es de paga para los automovilistas pero al resto de la gente no le cuesta un peso?

"Es que no todos los automovilistas lo pueden pagar", seguramente me dirán algunos. ¿Y no pueden usar transporte público?, será mi respuesta.

"Pero es que no es justo que sólo puedan usarla los pocos que la pueden pagar", me dirán otros. ¿Y cómo va a ser injusto si los que no pueden pagar la cuota no pagan nada de todos modos? Y si usaran transporte público usarían la obra sin pagar.

"Es que no lo pagan privados; se paga con un crédito de Banobras que pagamos todos", dirán algunos en el caso de la Supervía. Mmm... los crédito de Banobras son eso: Créditos. Es decir, préstamos. Los tienen que pagar, y con intereses, los que los solicitan. Así que no es como si el gobierno estuviera pagando, sino que la empresa pide un préstamo y lo tiene que pagar de regreso al erario.

Por cierto que los segundos pisos se construyeron por medio de Banobras, pero el pago realmente lo hizo el GDF.

Creo que como izquierda, particularmente en el DF, debemos considerar esto, ya que la defensa de la Ciudad de México será nuestra carta más fuerte para buscar un gobierno de izquierda en todo el país.

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