El 11 de junio pasado se dio a conocer en el diario El Financiero una encuesta de Parametría en la cual se revela que la mayoría de los mexicanos no sólo rechaza la reforma energética de Enrique Peña Nieto sino que además considera que habrá más corrupción en Pemex con la reforma.
La encuesta, levantada a finales de mayo en domicilios, revela que 44% de los mexicanos está en desacuerdo (36%) o en desacuerdo en parte (8%), mientras que sólo 20% está de acuerdo con la reforma y 16% está de acuerdo con parte, mientras que 20% no sabe.
La principal causa del desacuerdo (29%) fue que la gente considera que con la reforma seguirán aumentando los precios de la gasolina y de la luz; 15% porque se estará privatizando Pemex; 12% porque no beneficiará al país, 7% porque se beneficia a los mismos de siempre y 5% porque se está vendiendo al país.
Cuando se le preguntó a la gente si la corrupción aumentará o disminuirá en el sector energético con la entrada de privados a Pemex, 47% dijo que la corrupción aumentará; 34% que seguirá igual, y sólo 10% que disminuirá. 9% no supo.
Siendo el caso, ¿por qué insiste el PRI en imponer una medida que claramente es rechazada por la mayoría de los mexicanos?
Con razón quisieron poner tantas trabas para la consulta energética; porque saben que de ponerlo a consideración de los mexicanos, la reforma energética sería echada abajo en las urnas.
Y con razón estuvieron tan necios los priistas en que la reforma se discutiera en el mundial, para distraer a la gente ante un muy evidente rechazo a la privatización de Pemex.
Se debe decir, además, que resulta increible que sólo un medio, El Financiero, haya dado a conocer esto a pesar de lo escandaloso que resulta. El resto de los medios simple y sencillamente decidió no informar.
Y se enojan cuando les echan en cara que desinforman.
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