domingo, 8 de octubre de 2017

Por qué no creo ni en los sentimientos ni en la "esperanza" a la hora de tomar decisiones

Por Victor Hernández

Durante los días de la emergencia por el sismo del 19S tuve dos acaloradas discusiones. Una por el hecho de que no creo en la idea de la "esperanza" en la política y otra por el hecho de que no le veo el caso a asustarse cuando hay una emergencia como un terremoto y hay que tomar decisiones con la cabeza muy fría.

Considero que es importante comentar ambos temas. Empiezo con el tema de la "esperanza":

Todo empezó durante una cena con familiares porque critiqué el hecho de que Andrés Manuel López Obrador estuviera en medio de una guerrita de ver quién mea más lejos con el PRI y con el PAN para ver quién renunciaba al mayor porcentaje de recursos de campaña para ayudar a los daminificados del sismo.

Señalé lo obvio: la gente en ese momento (era el fin de semana luego del sismo) no iba a recibir ni un centavo de los partidos políticos así renunciaran al 100% de sus recursos por el simple hecho de que ese dinero aún no lo distribuye el INE y no lo va a distribuir durante semanas o meses.

"Y mientras tanto aún hay gente atrapada entre los escombros y los rescatistas necesitan herramienta, agua, y comida," señalé. "En lo inmediato, la propuesta de AMLO no le ayuda a la gente en la emergencia. AMLO debió esperarse a que pasara la emergencia para hacer esa propuesta ya que ahorita no sirve de nada y queda en calidad de propaganda política."

Se encabronaron conmigo por decir eso.

Uno de ellos (estamos hablando de familiares que son lopezobradoristas) dijo que entonces se le niega a la gente el derecho a la esperanza y que ahora tenía más relevancia un cartón del Fisgón en donde los rescatistas rescataban de los escombros a la "esperanza."

Lo cual me pareció una lectura equivocada de las cosas.

Los rescatistas no rescataron ninguna esperanza. Rescataron y ayudaron a quienes pudieron. No por un afán de darle esperanza a nadie, sino porque en México hay una cultura de la solidaridad en la emergencia. Y en la Ciudad de México eso es particularmente cierto. Yo lo he visto con mis propios ojos muchas veces durante los casi 10 años que llevo viviendo aquí. Desde gente que se baja de la estación del Metrobús a ayudar al que se le cayó la motocicleta encima hasta el que se va con una pala a ayudar a quitar escombros.

Eso no es "esperanza". Eso es el más elemental sentido de civilidad. Y no es nuevo. Tras el temblor de Hatí muchísima gente fue a donar para ayudarles también. No debería soprenderle a nadie entonces que ahora la gente del DF se ayuden entre ellos durante una emergencia.

"Bueno, pero es esperanza para los de otros estados que lo perdieron todo," dirán algunos.

¿Esperanza de qué? ¿De que todo se va a resolver y les va a aparecer una casa, un trabajo y prosperidad? Para eso no se necesita esperanza sino dejar de votar por el PRIAN.

El propio Andrés Manuel ha salido varias veces con que la mafia del poder le quiere quitar a la gente la "esperanza." ¿Pues a qué "esperanza" se refiere? ¿A que pierda el PRIAN y gane Morena las elecciones? Le tengo noticias entonces: en Xochimilco sacaron a patadas de un derrumbe al jefe delegacional de Morena, Avelino Méndez porque los tiene hasta la madre. ¿Esa esperanza?

¿O se refiere a la esperanza de que un día gane el lopezobradorismo la presidencia sin convencer a nadie más que los que ya están convencidos, como ha sido la estrategia de AMLO desde 2006?

Lamentablemente, lo que el lopezobradorismo llama "esperanza" no ha pasado de ser atole con el dedo, ya que lleva 11 años de "esperanza" sin resultados y sin cambio de estrategia que le permita tener resultados contundentes.

Por eso no creo en la "esperanza." Creo en las ESTRATEGIAS para cambiar las cosas. Tiene "esperanza" el que no sabe qué hacer. Tiene ESTRATEGIA el que de verdad quiere cambiar las cosas.

AH, LOS SENTIMIENTOS...

La segunda acalorada discusión que tuve en estos días fue por el hecho de que dije que ni en el temblor del 7 ni en el del 19 de septiembre sentí miedo cuando tembló y no le veo el sentido a asustarse por un temblor.

Mi postura se basa en lo siguiente:

1. He vivido de cerca varios desastres naturales: temblores trepidatorios en Mexicali (el del 79, el del 87, que han sido de los más fuertes en la zona) otros temblores en San Diego, California, e incendios en San Diego. Estuve literalmente a una cuadra de las flamas y me tocó ir a tocar puertas para avisarle a la gente que evacuara. Y de todas esas emergencias que me ha tocado vivir, lo que he aprendido es que no tiene caso asustarse. En los incendios de San Diego el paralizarse por miedo equivalía a quedar atrapado en las llamas.

2. En el DF las normas de construcción para nuevos edificios redujeron la probabilidad de derrumbes por temblores. Y en efecto, la mayoría de los edificios que se derrumbaron o tuvieron daños severos tenían una antigüedad de 43 años en promedio. Yo no vivo en un edificio viejo. Por lo tanto, la probabilidad de un derrumbe en el edificio que vivo era muy remota. En base a esa probabilidad, es decir, en base a números fríos, no había razón para asustarse.

Los únicos edificios que se derrumbaron o tuvieron daños severos tenían no más de 3 años de construcción y las constructoras que los hicieron no siguieron las normas de construcción del DF. Pero luego de este temblor, muy probablemente las normas de seguridad se van a endurecer aún más, con lo cual la probabilidad de derrumbes se reducirá nuevamente.

3. Honestamente, me estresa más la gente que se asusta por el temblor que el temblor en sí. Porque ya no estoy lidiando con un temblor, sino con alguien que no está razonando. Entiendo que es necesario tener miedo para sobrevivir en situaciones de peligro, pero también se puede sobrevivir en situaciones de peligro manteniendo la calma y buscando la solución más eficiente.

Ejemplo; el viernes 22 de septiembre fui a la Delegación Benito Juárez a acompañar a una persona a solicitar revisiones de Protección Civil para varios edificios. De repente alguien hizo sonar algo que sonaba como a la alerta sísmica y todo el mundo pegó la carrera afuera del edificio. No tembló. Alguien me tomó del brazo para que corriera. Le dije "calma. No pasa nada." "¿Cómo que no pasa nada?" "No, no pasa nada. ¿Cuántas grietas ve usted en los muros de la Delegación?" "Ninguna." "¿Entonces?"

Al final, la alerta era falsa alarma.

A lo que voy con eso es a que hay que ser observadores ante la emergencia. Si hubiéramos estado en un edificio dañado por el temblor del 19S entonces sí me hubiera apurado. Pero no era el caso. Se podía caminar rápido, pero no era necesario correr. O dicho de otro modo, no era necesario espantarse. Hay que ser observadores de nuestros alrededores y de los datos disponibles para poder tomar una decisión en vez de dejarnos llevar por el miedo. Si alguien hubiera tropezado por pegar la carrera, entonces sí hubiera sido un problema.

(DATO: El edificio de Enrique Rébsamen 241, el cual se colapsó el 19S, ya tenía daños desde el 2014 y luego del 7 de septiembre algunos vecinos optaron por desalojarlo ESO es tomar una decisión adecuada en base a información, no a simple miedo.)

4. Por último: El tener miedo puede resultar más peligroso que el temblor. Cuando sonó la alerta sísmica el sábado 23 de septiembre por un temblor que casi no se sintió en el DF, dos personas murieron porque les dio un infarto por la impresión. Dejarse llevar por el miedo es la mejor manera impedir que el cuerpo funcione de manera adecuada, y eso sí es peligroso en una emergencia.

Repito: NO estoy en contra de que uno sienta miedo. El miedo, después de todo, es un mecanismo natural para la supervivencia. Pero es más eficiente el análisis de los datos con la cabeza fría para no caer en los riesgos que sí genera el miedo.

Pero la discusión fue porque me dijeron que al decir que no tiene caso sentir miedo en un temblor, entonces minimizo o menosprecio los sentimientos de la gente. Que yo no se de lo que hablo porque no viví el terremoto del 85; que murieron miles de personas; y que era una falta de respeto.

Difiero.

Sí he estado en desastres naturales donde murieron personas. En los incendios de California, que tuve a una cuadra de distancia, murieron 15 personas atrapadas en sus vehículos tratando de huir de las flamas. No son los miles que murieron en el DF en el 85, pero no me parece correcto minimizar la muerte de una persona, menos de 15.

Creo además que no estamos en las mismas condiciones en las que estuvo el DF en el 85. Se endurecieron las normas de construcción y eso ayudó a que mucha gente no perdiera la vida. Su servidor incluído.

Finalmente, el problema que tengo con "los sentimientos" es que los sentimientos son la manera más fácil que hay para manipular a la gente. ¿Por qué creen que aún tienen rating La Rosa de Guadalupe y las telenovelas? Porque no apelan a la razón, sino a los sentimientos. ¿No nos hemos quejado durante décadas en la izquierda de esa manipulación? No, corrijo: nos hemos quejado desde el Quijote. En uno de los últimos capítulos de El Ingenioso Hidalgo, Cervantes pone a un canónigo a decir que el Rey de España debería prohibir las obras de teatro populacheras por hacerle daño al vulgo, a quien acusa de sólo estar interesado en disparates. Y que los empresarios de teatro las siguen haciendo con el pretexto de que eso es lo que vende.

Así que lo siento, pero para tomar decisiones ni creo en la "esperanza" ni me interesan los "sentimientos" ya que eso no sirve de mucho. Me interesan los datos duros, los números y hechos. Si nos vamos a detener en el hecho de que muchos no han aprendido a administrar a su ID, entonces nunca vamos a avanzar y nunca vamos a lograr cambiar nada.

Y es que el operar en base a "esperanza" y "sentimientos" es precisamente el talón de aquiles de la izquierda del cual se aprovechan en la derecha para ganarles con estrategias que sí les funciona, como la compra de votos, la manipulación de los medios y el fraude.

¿Y cómo responde la izquierda? Apelando a los "sentimientos" de la gente (¡Miren cómo nos robaron! ¡Miren qué triste está la gente!) y a la "esperanza" (¡Pero la tercera es la vencida!).

Sólo que van dos elecciones --y posiblemente una tercera-- en la que por más "esperanza" que le ofrecen a sus seguidores, en la izquierda no hacen nada para enfrentarse a los números y a los datos duros, contra los cuales los "sentimientos" no sirven de nada.

¿O cree usted que sirve de algo decirle a alguien en una zona rural que son más importantes los sentimientos que una despensa y 500 pesos? Por favor.

Supongo que seguiré recibiendo jitomatazos por tener esta postura. Ni modo. Es la única manera en la que la izquierda podrá ganar y atraer nuevos votantes. Si ni quieren hacer caso en la izquierda, no lograrán nada y seguirán viviendo de "esperanza." Es decir, de fantasías, no de realidades.


PD: Cito textual del capítulo 48 de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, publicado en 1505, pero que pareciera que estuviera hablando algún intelectual mamerto de izquierda hoy en día. El personaje que habla es el canónigo que se encontró a Don Quijote "encantado" en una jaula cuando lo llevaban de regreso a su pueblo. Las "comedias" a las que se refiere son obras de teatro:

Pero lo que más me le quitó de las manos, y aun del pensamiento de acabarle [un libro de caballería], fue un argumento que hice conmigo mesmo, sacado de las comedias que ahora se representan, diciendo: «Si estas que ahora se usan, así las imaginadas como las de historia, todas o las más son conocidos disparates y cosas que no llevan pies ni cabeza, y, con todo eso, el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas, estando tan lejos de serlo, y los autores que las componen, y los actores que las representan dicen que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera, y que las que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, deste modo vendrá a ser un libro, al cabo de haberme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a ser el sastre del cantillo. Y aunque algunas veces he procurado persuadir a los actores que se engañan en tener la opinión que tienen, y que más gente atraerán y más fama cobrarán representando comedias que hagan el arte que no con las disparatadas, y están tan asidos y encorporados en su parecer, que no hay razón ni evidencia que dél los saque».

A eso le respondió el cura del pueblo de Don Quijote:

...Y todos estos inconvinientes cesarían, y aun otros muchos más que no digo, con que hubiese en la Corte una persona inteligente y discreta que examinase todas las comedias antes que se representasen; no sólo aquellas que se hiciesen en la Corte, sino todas las que se quisiesen representar en España; sin la cual aprobación, sello y firma ninguna justicia en su lugar dejase representar comedia alguna; y desta manera, los comediantes tendrían cuidado de enviar las comedias a la Corte, y con seguridad podrían representallas, y aquellos que las componen mirarían con más cuidado y estudio lo que hacían, temorosos de haber de pasar sus obras por el riguroso examen de quien lo entiende; y desta manera se harían buenas comedias y se conseguiría felicísimamente lo que en ellas se pretende: así el entretenimiento del pueblo como la opinión de los ingenios de España, el interés y seguridad de los recitantes, y el ahorro del cuidado de castigallos.

En otras palabras, lo que Cervantes quería es lo mismo que quieren ahora los intelectuales de izquierda: que se censure lo que no les gusta. En 1505 las obras de treato, en 2017 las telenovelas, porque son puras pendejadas disparatadas y que apelan a la manipulación de los sentimientos del vulgo que es ignorante y manipulable.

Pues si va a ser el caso, por lo menos sean consistentes. Si se van a quejar de la manipulación de Televisa, no apelen entonces a los "sentimientos" y a la "esperanza", ya que es lo mismo que hace Televisa, pero llevando agua para SU molino en vez de llevar agua para el molino de Morena.

PD2: Aclaro que para otras situaciones los sentimientos me parecen adecuados. Para las relaciones de familia, para asuntos personales, o para cosas que implican convivencia. Pero no para una toma de decisiones que pueden ser de vida o muerte. En esta columna me refiero sólamente a las situaciones en las cuales se tienen que tomar decisiones en una situación de emergencia. No estoy en contra de que la gente sienta. Estoy en contra de no tener la suficiente disciplina personal para evitar que el sentir impida tomar decisiones eficientes. ¿O no le gustaría a la izquierda que la gente razonara su voto en vez de votar con el hígado o con el miedo, como pasó en 2006?

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