lunes, 14 de enero de 2013

Sexo libre: De por qué el sexo libera

Por Victor Hernández

En el número 3 del cómic porno underground Cherry Poptart, publicado en 1986, el caricaturista Larry Welz, creador del mismo, se quejó de la censura en algunos estados de Estados Unidos y explicó por qué algunas “figuras de autoridad” no quieren que la gente consuma publicaciones y materiales eróticos si se les pega la gana. Dijo:

"Verán, una vez que sus pitos se ponen duros, o que sus panochas se ponen húmedas, entonces ya no son suceptibles a su CHINGADO LAVADO DE CEREBRO Y CONDICIONAMIENTO MENTAL... y ellos odian eso. Así que se tienen que portar bien."

Resultó que Welz tenía razón. En 2012 la periodista Naomi Wolf publicó una extensa investigación sobre sexualidad famenina titulada Vagina: Una nueva biografía, en la cual cita diversos estudios neurológicos sobre lo que le ocurre al cerebro cuando la gente tiene excitación sexual.

Por ejemplo: durante el orgasmo, tanto hombres como mujeres producen en el cerebro la hormona oxitocina, la cual puede reducir el miedo o la inhibición en el comportamiento. Fortalece además el comportamiento altruista y maternal, así como la ayuda al prójimo.

La excitación sexual, además, produce dopamina, químico que genera motivación y reduce la indecisión.

Adicionalmente, en el caso de las mujeres, mientras una mujer se acerca cada vez más al orgasmo, sus centros de regulación de comportamiento se desactivan. Es decir, deja de ser suceptible a la obediencia.

Pero si, por el contrario, una mujer se encuentra frustrada sexualmente, o si le niegan la posibilidad del orgasmo, produce menos dopamina y es más suceptible a obedecer.

En hombres y mujeres, además, cuando alguien tiene miedo, el sistema nervioso inhibe la excitación sexual. Pero si aguien está excitado, y está disfrutando de esa excitación, lo que se inhibe es el miedo.

De ahí que desde hace siglos el sexo sea perseguido, censurado y castigado. Porque quienes explotan a la gente desde el poder saben que el disfrutar del sexo libera. Y una sociedad libre es mucho más difícil de explotar.

Si las mujeres y los hombres de una sociedad quieren ser libres, por lo tanto, deben perderle el miedo a disfrutar del sexo o de las expresiones sexuales sin censura.

Y eso explica también por qué, en tiempos recientes, el sexo vende. Sencillo: porque ya no es posible censurarlo. Pero sí es posible controlarlo para el consumo de masas.

Lamentablemente, en algunos sectores de la izquierda existe una especie de moralina anti-sexo solapada con el alegato de que explota a la mujer. No es el caso. De hecho, el pretender que las imagenes eróticas explotan a la mujer es negarle a la mujer la decisión de consumir o no, y de participar o no en actividades eróticas.

Y eso, como dijimos, es el verdadero camino a la explotación.

La izquierda, por lo tanto, no puede incurrir en moralina, ya que se rebajaría al mismo nivel de los explotadores a los que dice combatir.

Vaya, la teoría feminista ya evolucionó en lo que se conoce como la “tercera ola” y ha desechado la noción de que la mujer es forzosamente un objeto sexual para servir al hombre.

En realidad, tanto hombres como mujeres pueden ser objetos sexuales para auto-satisfacerse si así lo desean.

Eso tiene nombre. Se llama libertad.


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