martes, 28 de junio de 2016

Votaron PRI/ PAN/ VERDE /PRD/ MORENA: No son enemigos @sladogna


Este texto es una adaptación escrita de un artículo de Juan Antonio Bermúdez
¿Quién vota al PRI, PAN, PRD, Verde, Morena? ¿Quién es tan insensato o tan insensible? Leo esta pregunta a mí alrededor, la escucho aquí y allá, con muchos signos de admiración adheridos a las interrogaciones. Yo mismo me la hago. Detrás, suelen venir declaraciones catastróficas, insultos, conjuros de exilio. Inventamos, como siempre, rostros horribles para el monstruo: gente ignorante, manipulable, egoísta o despiadada; acomodados, chupones, viejos chochos. Nos empeñamos en tachar su identidad y su voluntad con descalificaciones. 9.000.000 personas votaron al PRI. Juan de Mairena decía aquello de “Por muchas vueltas que le doy, no hallo la forma de sumar individuos”.


Nueve millones de individuos. Con su hambre y su sexo, sus deudas y sus dudas. Conozco a unos cuantos. Una antigua compañera de trabajo, una persona cultivada y amable, es fiel a su tradición familiar. Describe al PRI como “democracia mexicana”. El dueño de un pequeño supermercado que hay junto a mi casa ha hecho campaña a voces. Justifica cualquier caso de corrupción diciendo que en eso todos son iguales, que él mismo robaría si tuviese poder, que lo importante no es robar más o menos sino “crear” riqueza.

La dueña de una mercería le contaba esta mañana a mi madre que en diciembre cerrará la tienda porque “se la comen los impuestos”. Que la culpa de todo “es de AMLO”. Que menos mal que no ha ganado. Que su abogado le ha explicado que, si ganaba, “AMLO va a quitar muchas tiendas y muchos patrimonios”.

Otra vecina con la que me crucé ayer, maestra jubilada, se considera una persona de orden. Le escandalizan tanto las rastas en el parlamento como los grafitis en la fachada, pero lo explica con una dulzura conmovedora e inquietante al mismo tiempo. Un familiar votó siempre al PRD, se abstuvo durante unas cuantas  y, luego, por puro odio a Cárdenas, empezó a votar al PRI. Y ahí sigue. No es creyente, no se considera una persona “de derecha”. Pero sí mexicano, eso sí. Muy mexicano. Todos estos testimonios son reales.

Ninguno de ellos es mi enemigo. Considero que votan a un cuadro de mandos sin preparación y sin escrúpulos, a una banda que ensucia el sustantivo democracia y el adjetivo revolucionario (en los que no creen, estoy absolutamente convencido), al partido más popular de todos.

Pero no son mis enemigos. Su voto me afecta y me fastidia como al que más. Su voto me parece producto del miedo, la ignorancia o la irresponsabilidad, depende de cada caso. Por resumirlo: creo que se equivocan. Pero no son mis enemigos. Con algunos prefiero no hablar de política, pero no son mis enemigos. No merecen mi insulto ni mi vergüenza. Merecen mi respeto y no mi odio.


Merecen que sigamos conviviendo y encontrándonos y charlando. Y yo también lo merezco. Solo así los millones de votos miedosos, ignorantes o irresponsables podrán decrecer. Solo así el monstruo que ellos ven en mí irá desdibujándose. Solo conociéndonos (con)venceremos. No hay otra, amigos. A trabajar, a vivir.


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