martes, 3 de abril de 2012

El problema no es el mareo sino los nervios de Josefina

Por Victor Hernández

Ayer a medio día tembló en la Ciudad de México. El temblor meneó a toda la ciudad y yo, la verdad me sentí mareado por el meneo. No tiene nada de malo. Es normal.

Lo único que no hice fue ponerme nervioso. Es más. No me salí de mi departamento. El resto de los vecinos sí se salieron bastante sacados de onda.

Poco después, en un evento con organizaciones civiles, Josefina Vázquez Mota también se mareó por las réplicas del sismo. Como dije, no tiene nada de malo. Es normal.

El problema es que se puso nerviosa.

Mire usted el video:



Que haya tenido la necesidad de sentarse por el mareo no es el problema. Es normal. Vaya, me pasó a mi. El problema es que primero se mostró nerviosa y titubeante. Y eso habla muy mal de alguien que pretende tomar las riendas de un país.

Si acaba de temblar, NO puede un titular del ejecutivo mostrarse nervioso y titubeante. Se supone que debe liderar a la población en un momento de crisis. Si se marea, pues dice que se mereó y punto. Pero JAMÁS se comporta como si quisiera salir corriendo por la puerda.

Así es exactamente como se ve Josefina: como si quisiera huir.

De nada sirvió que luego se hiciera la muy valiente rechazando el refresco que le ofrecieron y diciendo "estoy bien." Hasta mamona se vio, la verdad. El daño ya estaba hecho: se puso nerviosa.

Habla volúmenes sobre el temple de Josefina: no tiene ninguno.

El problema fue que muchos, inclusive en la izquierda, propagaron la idea de Josefina estuvo a punto de desmayarse cuando no fue el caso. No es lo mismo marearse que desmayarse. Y alegar un desmayo cuando no lo hay es hacer guerra sucia.

Misma de la cual nos hemos quejado cuando se la hacen a AMLO.

Ejemplo: cuando un diario salinista alegó que AMLO se había "desmayado" en un mitin en Mexicali, Baja California —y quesque hasta lo habían hospitalizado en un hospital privado— cuando eso nunca había ocurrido y simplemente se le doblaron un poco las piernas porque le cayó mal la comida.

Pero la derecha no dejó el asunto por la paz y usó la mentira del desmayo y de la hospitalización —que nunca ocurrió— para inventarle a AMLO que tenía diabetes, cosa que tampoco era cierta.

Y los pejistas nos quejamos de que le estaban inventando acusaciones falsas a López Obrador.

¿Para qué caer entonces nosotros en la guerra sucia contra Josefina? Peor; al que hay que rebasar es a Peña Nieto. ¿Qué nos importa Josefina si su candidatura de todos modos está en franca decadencia?

Como dije, el nerviosismo de Josefina es lo que la expuso como alguien que no puede estar en el poder. Pero si le hacemos guerra sucia, el verdadero problema y mensaje se va a diluir.

Por eso mejor AMLO 2012.

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