martes, 7 de febrero de 2012

La campaña que viene

  • Ahora el lodo será azul
  • Con Vázquez Mota, la suciedad toma carta de naturalización en esta campaña
Faltaba únicamente el PAN de elegir a su abanderado rumbo a los comicios del 1 de julio. El domingo pasado, en medio de una auténtica feria de trampas y triquiñuelas como las que durante años criticaron del PRI, los panistas de todo el país (apenas 1,700,000 simpatizantes y "adherentes", que fueron tratados por las televisoras como si fueran decenas de millones) decidieron que Josefina Vázquez Mota fuera su candidata.

Lo anterior son malas noticias no sólo para sus contrincantes del PRI y de MORENA, sino para todos los mexicanos, incluidos por supuesto los panistas. ¿Por qué?
 Por la sencilla razón de que Josefina Vázquez Mota, lejos de integrarse a la carrera presidencial para ajustarse a las reglas establecidas y competir en igualdad de circunstancias, vendrá a dinamitar la deliciada y precaria civilidad que se ha intentado construir en aras de darle legitimidad a los comicios.

Josefina Vázquez Mota es el cerebro detrás de la estrategia de guerra sucia lanzada por el PAN en 2006 para cancelar la posibilidad de una nueva alternancia. Por recomendación suya, en su momento secundada vivamente por Juan Camilo Mouriño, la campaña de Calderón reclutó a Antonio Solá, el propagandista del neofranquismo en España, para que éste sembrara y esparciera el virus del odio, la polarización y la división entre la sociedad mexicana. Ningún escrúpulo detuvo a Vázquez Mota, ningún residuo de ética o valores la frenaron en su obsesión de "destruir" a su más poderoso adversario, Andrés Manuel López Obrador.

Vázquez Mota no ha olvidado las mañas que en 2006 colocaron a su candidato cerca del triunfo, que sólo pudieron consumar gracias al fraude. Lejos de enmendar su actuar político, en 2012 vuelve a contratar los servicios del mercenario español, quien desde ya le aconseja portar una máscara de piedra en la que dibuja un gesto grotesco, que intenta pasar por sonrisa. Pronuncia discursos con el mismo sonsonete monótono que la hace candidata a un premio de declamación de poesía infantil, y presenta en todos los foros a su alcance el corazón de su "propuesta": voten por mí porque soy mujer. Y, entre tanto, su cuarto de guerra diseña las bombas de lodo y excremento que veremos en esta temporada electoral. Elaboran las calumnias que lanzarán contra Peña Nieto. Postproducen los spots donde de manera miserable y mezquina buscarán meterle miedo a los mexicanos que piensen votar por AMLO, al que pintarán como un Fidel Castro en potencia. Terminan de redactar los libelos que firmará Sánchez Susarrey, Silva Herzog Márquez o cualquier otro escritor desechable, en donde afirmarán que los candidatos del PRI y/o del PRD pertenecen a alguna secta satánica. Comienzan el montaje del escenario majestuoso, pintado de azul but of course, donde "su Santidad" Benedicto XVI oficiará una misa "orando por el bien de México" (inserte aquí un close up a Chepina, "sonriendo" beatíficamente en la primera fila).

El panismo eligió a Josefina Vázquez Mota no porque sea "la primera mujer candidata con posibilidades reales", como algunos ñoños desmemoriados dicen por ahí, sino porque saben que, hundidos como están en el tercer lugar de las preferencias electorales, sólo una mujer sin escrúpulos, que no vacila en utilizar cualquier táctica, preferentemente ilegal (como el espionaje telefónico, ¿verdad Cordero?), y cuya ambición desbordada la ha afectado a nivel que requeriría intervención profesional, puede darles alguna mínima oportunidad, fraude de por medio claro, de quedarse un sexenio más en Los Pinos. ¿Los principios panistas? ¿Eso con qué se come?

Con Vázquez Mota, la guerra sucia, la mierda electoral, ha llegado para quedarse.

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