Ayer Reforma publicó en primera plana que el ex líder priista de la Confederación Nacional Campesina (CNC, membrete del PRI), obtuvo más de 33 millones de pesos del erario para uso personal con el pretexto de apoyar a campesinos.
Pero la verdadera nota no es esa -se roban más los priistas en Pemex-, sino un bloque de información que apareció en la nota hasta la mitad del texto, donde usualmente los lectores ya no ponen atención. El bloque se refiere a acusaciones entre los propios priistas de compra de votos.
Dijo Reforma:
"El dirigente de la CNC (Gerardo Sánchez García) fue señakado de comprar votos para conseguir que su amigo Santiago García (también senador priista) ganara la dirigencia estatal del PRI el 4 de abril.
"Alejandro Lara, entonces candidato a la presidencia del Comité Directivo Estatal, denunció que 100 operadores del líder cenesista llegaron a la entidad para comprar votos y presionar a priistas para votar a favor del candidato de Sánchez García.
"Es imposuble competir en condiciones de equidad cuando existe un derroche de recursos impresionante para comprar voluntades", escribió el 5 de abril pasado en una carta tras aceptar su derrota.
La manera en la que los priistas se hicieron fraude entre ellos y compraron votos fue enviando más de 100 operadores políticos de la CNC, incluyendo senadores, diputados federales y locales, "con la única misión de coptar militantes para revertir las preferencias electorales."
Aquí viene lo bueno:
"Con recursos económicos y materiales, así como con presión para aquellos que prestan sus servicios en distintas instituciones, principalmente presidencias municipales, ejercieron presiones para cambiar su intención de voto."
Eso, repetimos, lo denunció un priista.
¿Por qué niega entonces el PRI que Enrique Peña Nieto compró votos en 2012 si los propios priistas admiten que compran voto y cooptan electores para que voten como ellos quieren?
Hay otro detalle muy importante; a los que acusan de hacer fraude son a dirigentes del membrete del PRI CNC, cuyo enfoque es tener controlado el voto campesino. Y fue precisamente en las zonas rurales del país donde más se dio la compra de voto en 2012 para Peña Nieto.
Lo que está haciendo el PRI es admitir que sí compran votos y que Peña Nieto sí hizo fraude comprando votos en 2012.
Ahora falta ver cómo le hace la izquierda para sortear la compra de votos del PRI, porque no va a lograr que la gente no venda su voto. Lo único que puede hacer es hace una estrategia de microtargeting muy bien afinada para que inclusive comprando votos no pueda ganar el PRI.
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