martes, 10 de julio de 2012

(Opinión) El reino de los tibios

Por: @JackaGlamour

Escucho en la radio la voz de EPN hablando como el ganador indiscutible de las elecciones.

Dice que varios jefes de estado ya le llamaron para felicitarlo.

Los resultados de las elecciones son preliminares. Es decir: aún no son oficiales. No de acuerdo a las instituciones de este país.

Pero eso poco le importa a epn y tampoco le importó al actual presidente que corrió a darle el triunfo. Es decir: esta pantomina es la crónica de una muerte anunciada.

Han repetido una y otra vez que hay que respetar a las instituciones. Han criticado a todos los que nos hemos atrevido a cuestionar a esas instituciones (se les paran los pelos de punta ante cualquier cuestionamiento). Instituciones como el Instituto Federal Electoral. Que desde ayer se pasaron, como se dice vulgarmente, por el arco del triunfo.

Mientras se llevaba a cabo la jornada electoral, cuando aún había gente emitiendo su voto, cuando aún no se cerraban las casillas y no se tenían contados ni un 5% de los votos, entre un sin fin de denuncias de irregularidades (compra de votos, robo de urnas, y un largo etcétera), mucha gente se apresuró a darle el triunfo a epn.

Este, señores, es el reino de los tibios. Sigue leyendo:


Desde ayer he leído y escuchado a muchísima gente repetir las mismas estúpidas frases que se pueden resumir en:

Ni modo, ya ganó, lo eligió la mayoría, hay que echarle ganitas, hay que trabajar y esforzarnos, no hay que armarla de pedo, no hay que protestar, así son las cosas.

Porque a los tibios eso es lo que los mantiene vivos: no cuestionar, no protestar, no buscar un cambio real. Les da terror creer que existe una vida mejor para el país, los apanica pensar en perder su estabilidad (aunque sea una miserable estabilidad).

Se envuelven en su tan desgastado uniforme de Tolerantes y eso los hace sentir tranquilos: soy un buen ciudadano porque no cuestiono, acato y trabajo (no puedo evitar imaginarlos como hormigas, como esclavos mentales, como obreros en plena Revolución Industrial... trabajando hasta la muerte, sin levantar
jamás la cabeza, sin ver más allá de sus narices).

Incluso muchos de los que sí llegaron a creer en el cambio, se van acomodando poco a poco en la tibieza. Se convencen de que alzar la voz no es prudente, cuestionar es impensable, protestar es dañino.

Y pregonan juntos que lo que sigue es vigilar a epn, echarle ganitas (sí, de nuevo), ser mejores mexicanitos. Lo que sea menos aceptar que este cuento es el mismo sexenio tras sexenio; que la democracia, la justicia y la soberanía nos las secuestraron desde hace mucho y que no hemos hecho nada para recuperarlas porque gana el miedo.

Les tengo una noticia: el miedo no es prudencia. No se confundan ni traten de justificarse. Es el miedo el que nos hace perder la conciencia, también es lo que nos convierte en cobardes, en palabras de la abuela de Marjane Satrapi.

La evidencia es muy clara, el fraude comenzó a orquestarse desde el momento en el que se decidió que epn sería el candidato del PRI. Entonces Televisa inició una campaña mediática para fortalecer su imagen y para continuar con su campaña de desprestigio al único candidato que le podía hacer frente, López Obrador.

(Aquí es cuando muchos de los que lean este texto me tacharan inmediatamente de pejezombie, amlover, etc. porque para eso los adiestraron, para escuchar su nombre y cerrarse a cualquier cosa que diga la persona que lo menciona)

El PAN, por su parte, lanzó a una candidata débil, jvm. Una candidata expuesta a la contienda electoral únicamente para mantener las apariencias y para restar votos. Los votos de quienes se negaban a votar por epn y no querían votar por López Obrador.

De ahí en adelante, el PRI se puso a trabajar en lo que mejor sabe hacer: fraude. Claro que es un "nuevo PRI", como gustan llamarle. Ha perfeccionado sus técnicas ilegales, se ha modernizado, aprendiendo a manipular las redes sociales a su favor.

Compra de votos, le llaman. Desde regalar paraguas y hacer promesas a la gente más pobre o acercarse a presidentes de casilla para ofrecerles dinero por cambiar votos a favor de su candidato, hasta repartir dinero y las ahora famosas tarjetas de Soriana.

Hay evidencia de las prácticas ilegales del PRI, la hay por todos lados. Sin embargo, los tibios prefieren no ver, no escuchar, no saber.

Justifican su cobardía repitiéndose que "ahí va AMLO de nuevo con su votoxvoto", que está obsesionado por el poder. Y cualquiera que cuestione el proceso electoral es tachado de estar obsesionado con AMLO.

No logran comprender que lo que indigna es la ilegalidad y su disposición para agachar la cabeza y aceptar cualquier cosa.

No aceptan que México necesita un cambio. Pero un cambio real. Que no es únicamente que cada uno de nosotros se enfoque en trabajar, no basta con eso, no es suficiente, no cuando nos han demostrado sexenio tras sexenio que se hace con el país lo que ellos quieren. Y lo que más quieren es seguir manteniendo a la mayor cantidad de gente en la pobreza extrema para que sea más sencillo que vendan su voto, que hagan lo que ellos quieren.

Y ustedes, los tibios, también hacen lo que ellos quieren: se aferran con terror a su estatus, piensan únicamente en ustedes. Como si mejorar la calidad de vida de la gente más pobre significara que a ustedes les van a quitar sus casas o despojar de su cómoda vida clasemediera. Por eso se repiten que hay que echarle ganitas, que hay que levantarnos y trabajar, porque eso significa para ustedes seguir haciendo lo mismo de siempre y permitir a la cúpula del poder que siga haciendo lo mismo de siempre.

Les tengo otra noticia: Hay un límite en el que la tolerancia deja de ser virtud. Como bien lo dijo Edmund Burke.

Yo no voy a tolerar su tibieza, yo no me voy a quedar de brazos cruzados, ni clavaré mi nariz en el trabajo para no ver nada más.

Pueden llamarme intolerante, pueden llamarme como les guste. Y sobre todo, pueden rechazar todo lo que aquí expreso para sentirse tranquilos.

Ojalá puedan mantener esa tranquilidad cuando sus hijos o sus nietos les reprochen el país que les estamos heredando.


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