miércoles, 28 de enero de 2015

Ayotzinapa: Votar no legitima al poder, lo pone contra las cuerdas

Por Victor Hernández

En respuesta al comentario del doctor Alberto Sladogna publicado ayer sobre la idea de que votar es votar al crimen político hago las siguientes observaciones:

1. Anular el voto o abstenerse es la mejor fórmula para perpetrar al PRI en el poder -y por ende al Estado represor responsable por Ayotzinapa- debido a que el PRI cuenta con su voto duro para imponerse.

El voto duro, como se sabe son las personas que votan por el PRI pase lo que pase; por tradición, "porque así votan en mi casa", o por que les dan tarjetas de Soriana, despensas o televisiones.

2. El voto duro es pequeño comparado con la cantidad de personas registradas en el padrón electoral. Eso quiere decir que mientras más personas votan, menor es la posibilidad de que un partido político gane con voto duro. De ahí que el PAN y el PRI pretendan que exista una tarjeta nacional de identidad como identificación oficial, ya que la tarjeta nacional de identidad desincentivaría a la gente para hacer el trámite de la credencial elector. Al no necesitar una credencial de elector para identificarse, la cantidad de electores se reduciría de manera considerable y, por ende, sería mayor la posibilidad de que los partidos ganen con voto duro.

3. Cada vez que alguien promueve el voto nulo o la abstención el que gana es el PRIAN. El caso más emblemático fue la elección de 2006, cuando el Subcomandante Marcos llamó a sus seguidores a no votar. Si 300 personas le hicieron caso, hizo la diferencia entre primero y el segundo lugar de acuerdo con los resultados oficiales. Es decir, si Marcos no hubira llamado a abstenerse el PAN probablemente no hubiera podido hacer fraude.

4. El peor temor del PRI es que la gente salga de manera masiva a votar, ya que saben perfectamente que la mayoría de los mexicanos rechazan al priismo y no les alcanza el dinero para comprar suficientes votos para contrarrestar a una votación masiva en contra.

La idea detrás del abstencionismo que promueven los padres de Ayotzinapa es que todos los partidos son iguales. Lo dicen, con justa razón, porque José Luis Abarca era perredista y Ángel Aguirre fue gobernador por el PRD.

Pero lo que los padres de Ayotzinapa no parecen entender es que Abarca y Aguirre fueron impulsados por una sola corriente del PRD; Nueva Izquierda.

Y no se puede juzgar a todo un partido sólo por una minoría en sus filas.

Más eficaz como método de protesta de los padres de Ayotzinapa sería que exigieran que los candidatos del PRD no fueran de Nueva Izquierda y que llamaran a votar por candidatos que no sean del PRI, del PAN o de Nueva Izquierda.

"Pero es que no se puede ganar contra millones de televisiones que reparte el gobierno", argumenta el Doctor Sladogna. Difiero. Sí se puede. Porque esas televisiones nisiquiera pueden recibir señal digital. Y cuando la gente se cuenta de eso, van a enfurecer porque los van a obligar a comprar antenas digitales. Pero hay que decírselos primero.

Llamar a no votar es llamar a que todo siga igual. Y mientras todo siga igual, no habrá justicia por Ayotzinapa.

Veo en este tema de Ayotzinapa -y en otros similares en la izquierda- un problema de visión estratégica: muchos se dejan llevar por las emociones en vez de pensar las cosas con lógica fría. Las emociones no le han ayudado a la izquierda a ganar nada en México. La lógica fría sí le ha ayudado a ganar -a la mala si quieren- al PRI.

Ya es tiempo de que la izquierda se de cuenta de que no le ha funcionado gritar para ganar. Para ganar lo que necesita es estrategia política y electoral, no gritos.

Porque, francamente, de nada sirve hacerse los dignos y los moralistas -pidiendo abstenerse o anular el voto, por ejemplo- si al hacerlo se le ayuda al PRI.

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